Musa ausente, diosa de la no inspiración,
Aunque eres tú quien me visita,
Te escribo mi alegre canción.
Negarte sería imprudente.
Necesidad aberrante, necedad contundente.
Negligente es mi ser impotente.
Controversia de todos los físicos y hecatombe de la filosofía.
¿Quién podría crear un objeto de dónde antes nada existía?
Sea quizás este poema el inocente remedio para que abandones mi alma y te alejes de mi cuerpo.
Más tu luz es ausencia y existes porque no existes. No entiendo como lo haces; pero haz hecho esto posible.
Y siendo que ahora no estoy propiamente contigo
¿Cómo podrías entonces haber inspirado este escrito?
Caprichosa ante mis ojos tus facetas muestras. Soy sólo un juguete de tus mimos y tretas.
Llevándome como un resorte: oscilante inicio y final;
siento que me abandonas cuando acabas de llegar.
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